Bienvenida y primer trabajo
Bienvenidos estudiantes para la primera clase se debatirá el siguiente texto en clase, para futuras clases la lectura se debe hacer previamente y llegar con ella leída para alimentar y así hacer la calificación del ejercicio de comprensión, reflexión y argumentación de manera oral. cada clase se calificará en virtud de la participación, proponiendo, interpelando y participando proactivamente con el tema en general. Los textos seran dejados en este medio y en la fotocopiadora como "carpeta Lectura Crítica del Profesor Bernardo" espero que la clase sea enriquecedora y amena para todos.
Gracias.
El día de hoy iniciaremos con un breve articulo de opinión para debatirlo en clase como calentamiento no habrá calificación por este trabajo.
Gracias.
El día de hoy iniciaremos con un breve articulo de opinión para debatirlo en clase como calentamiento no habrá calificación por este trabajo.
Apúnteselo
todo a Álvaro
Sus recursos y capacidad de liderazgo los ha usado
para dividir antes que para unir.
Por: Adolfo Zableh Durán
20 de abril 2019 , 07:18 a.m.
La economía está quieta. Tan quieta que no te llaman
ni para cobrar plata. No hay nuevas propuestas ni mejoras salariales, nada; y
si eres periodista, menos. Lo que a finales del año pasado se sospechaba como
una posibilidad, hoy, bien entrado el año, es una realidad. El aire está
irrespirable, basta con hablar con cualquiera para confirmarlo. Siempre supimos
que no nos soportábamos entre nosotros, pero nos unía la necesidad de buscar
mejores oportunidades para progresar, ahora ni eso.
Desde la
posesión de Iván Duque han aumentado los indicadores negativos. Muertes,
desplazamientos, desempleo, exportación de coca y hasta el robo de celulares y
bicicletas. Incluso volvimos a la lista negra de Estados Unidos como destino no
recomendable para sus ciudadanos. De la mitad de esas cosas le echan la culpa a
la herencia que dejó Santos y de la otra mitad, también, pero lo cierto es que ya
vamos para un año con el nuevo presidente, y las cosas que estaban medio bien
han desmejorado y las que estaban mal han empeorado. A ver para cuánto
tiempo más les alcanza el discurso.
¿Recuerdan cuando Iván Mejía comentaba partidos y si el portero fallaba en un gol, decía algo categórico tipo: “Apúnteselo todo al arquero”? Pues acá se aplica también: apúntele la situación del país a Álvaro Uribe Vélez, con todas sus letras. Es cierto que somos un equipo (para seguir con la analogía del fútbol) y que de todos depende que progresemos o retrocedamos, pero hay que señalarlo a él, líder ideológico no solo de un partido político, sino de la mayoría de votantes de este país.
La gente siente temor y no gasta, las marcas tienen miedo y no invierten. A esta hora nadie confía en la economía, tampoco en el Gobierno, y por eso prefieren guardarse. Y es lógico que no estemos tranquilos si quienes manejan hoy el país no han hecho sino decir durante años que esto es un desastre, que nos vamos a volver Venezuela y que nos gobiernan la guerrilla y el narcotráfico. ¿Qué esperaban, que a partir del 7 de agosto de 2018 el clima cambiara y nos uniéramos para marchar hacia el mismo lado?
Nos han llenado de miedo, y el miedo inmoviliza. No solo el cuerpo, también el flujo de billetes, y lo que no se mueve se vuelve obsoleto y se muere, es una ley de la vida. Lo contrario del miedo es el amor, es lo que nos lleva a hacer cosas, a mejorar, a querernos a nosotros mismos y al mundo, y no se ve en Álvaro Uribe y sus seguidores un ápice de amor. Todo es manipulación, verdades a medias, hambre de poder, miedo a que el cambio los haga perder sus privilegios. Solo se preocupan por ellos. Olvídense de los niños, de las víctimas de la guerra y de los venezolanos, de los que tanto hablan. No les importan, fingen interés en ellos porque representan votos.
Y, aunque tanto la mitad del país que no comulga con las ideas de Uribe como la otra mitad que lo sigue a ciegas tienen (tenemos) responsabilidad en este mierdero llamado Colombia, creo que en estos tiempos nadie tiene mayor injerencia que él. Sus recursos y capacidad de liderazgo los ha usado para dividir antes que para unir, y encima se ha encargado de rodearse de seguidores que no le representen ninguna oposición, que repitan su discurso al pie de la letra, reciban órdenes sin chistar y tengan la lealtad como mayor y, a veces, único talento.
La cosa no está bien y tampoco tiene pinta de mejorar. En junio pasado, recién elegido Duque, alguien me decía que este gobierno lo iba a hacer bien porque sabía que si fallaba, en 2022 tendríamos montado a Petro y eso no se podía permitir. Dudo de que pase porque Petro se encarga de dañar su propia imagen cada vez que habla. Más bien creo que a este paso vamos a quedar tan hastiados de la derecha que en tres años sentiremos que el único que puede mejorar esto es Stalin.
¿Recuerdan cuando Iván Mejía comentaba partidos y si el portero fallaba en un gol, decía algo categórico tipo: “Apúnteselo todo al arquero”? Pues acá se aplica también: apúntele la situación del país a Álvaro Uribe Vélez, con todas sus letras. Es cierto que somos un equipo (para seguir con la analogía del fútbol) y que de todos depende que progresemos o retrocedamos, pero hay que señalarlo a él, líder ideológico no solo de un partido político, sino de la mayoría de votantes de este país.
La gente siente temor y no gasta, las marcas tienen miedo y no invierten. A esta hora nadie confía en la economía, tampoco en el Gobierno, y por eso prefieren guardarse. Y es lógico que no estemos tranquilos si quienes manejan hoy el país no han hecho sino decir durante años que esto es un desastre, que nos vamos a volver Venezuela y que nos gobiernan la guerrilla y el narcotráfico. ¿Qué esperaban, que a partir del 7 de agosto de 2018 el clima cambiara y nos uniéramos para marchar hacia el mismo lado?
Nos han llenado de miedo, y el miedo inmoviliza. No solo el cuerpo, también el flujo de billetes, y lo que no se mueve se vuelve obsoleto y se muere, es una ley de la vida. Lo contrario del miedo es el amor, es lo que nos lleva a hacer cosas, a mejorar, a querernos a nosotros mismos y al mundo, y no se ve en Álvaro Uribe y sus seguidores un ápice de amor. Todo es manipulación, verdades a medias, hambre de poder, miedo a que el cambio los haga perder sus privilegios. Solo se preocupan por ellos. Olvídense de los niños, de las víctimas de la guerra y de los venezolanos, de los que tanto hablan. No les importan, fingen interés en ellos porque representan votos.
Y, aunque tanto la mitad del país que no comulga con las ideas de Uribe como la otra mitad que lo sigue a ciegas tienen (tenemos) responsabilidad en este mierdero llamado Colombia, creo que en estos tiempos nadie tiene mayor injerencia que él. Sus recursos y capacidad de liderazgo los ha usado para dividir antes que para unir, y encima se ha encargado de rodearse de seguidores que no le representen ninguna oposición, que repitan su discurso al pie de la letra, reciban órdenes sin chistar y tengan la lealtad como mayor y, a veces, único talento.
La cosa no está bien y tampoco tiene pinta de mejorar. En junio pasado, recién elegido Duque, alguien me decía que este gobierno lo iba a hacer bien porque sabía que si fallaba, en 2022 tendríamos montado a Petro y eso no se podía permitir. Dudo de que pase porque Petro se encarga de dañar su propia imagen cada vez que habla. Más bien creo que a este paso vamos a quedar tan hastiados de la derecha que en tres años sentiremos que el único que puede mejorar esto es Stalin.
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